domingo, 24 de diciembre de 2017

Hasta la rabia


“Lo maté porque era mío”, declaró, sin bajar la vista de los ojos de la jueza, como haciendo alarde de la resistencia a la condena social a la que se había expuesto aquella tarde.
El viejo revólver calibre 38 era una reliquia de la familia, el abuelo lo había aceptado a un comisario que se lo ofreció como recuerdo cuando pasó a retiro, pero todavía funcionaba con efectividad para “bajar” los gatos del muro del fondo.
En la casa había un perro que se había puesto demasiado agresivo con los niños y con la gente que llegaba de visita. No fue culpa del animal, así fue criado, entrenado, a lo largo de su vida por Ruben, su dueño, para que sea un guardián que infunda temor a quien se aproximara a la portera con la intención de hacerse con algo que no fuera suyo. También servía para generar algún dinero extra gracias a su efectivo desempeño en las peleas.
Durante años lo picanearon, lo mantuvieron en ayuno, lo hicieron correr detrás de una moto para mejorar su resistencia y hasta alguna vez le inyectaron sustancias usadas en animales más grandes.
Con el único que no se llevaba mal era justamente con el abuelo. El anciano lo alimentaba, lo acariciaba y limpiaba sus heridas después de cada sesión de “entrenamiento”. El perro solía ser su compañero en las caminatas matutinas hasta que se volvió demasiado fuerte para que el viejo pudiera contener sus arrebatos de agresividad. Desde ese entonces salió cada vez menos a la calle y la mayor parte del tiempo la pasaba atado, a la sombra del naranjo que dominaba el patio, descansando entre sesión y sesión de tortura.
A los fondos de la casa se mudó una vez una joven familia con dos hijos pequeños, muy activos, que solían pasar las tardes de verano correteando en el patio detrás de una pelota. Las familias no se conocían, porque el único punto de contacto entre ambos era el alto muro de ladrillos enmohecido que dividía los dos patios.
El perro se enloquecía de solo escuchar las voces y las risas de los niños y el golpear de la pelota contra la pared y saltaba con tanta fuerza que tenía el pescuezo lesionado por el roce con la correa, entonces era el anciano quien le hablaba mientras le pasaba un trapo embebido en agua por encima del lomo hasta calmarlo.
Una tarde ocurrió que el viejo se indispuso y no salió de su habitación, en la casa del fondo el movimiento era mayor al habitual, era el cumpleaños de uno de los niños y habían venido varios niños más. El perro estaba más furioso que nunca.
De pronto un pelotazo imprudente terminó con la pelota por encima del muro. Varios de los niños se asomaron y al comprobar que la pelota estaba lejos del perro -que además estaba atado- decidieron ir en su busca. Cuando el primero saltó se impresionó por el tamaño del can y la potencia de sus ladridos. El animal estaba totalmente fuera de control. Desde dentro de la casa Ruben, igual de alcoholizado que de costumbre, no soportaba más el alboroto y se asomó a la puerta del patio, allí, al comprobar la imprudencia del niño tomó desde encima de la mesa una cuchilla y corrió hacia el perro, se interpuso entre él y el niño y comenzó a tirarle cuchilladas sin ningún criterio ni precisión, la última terminó con el filo incrustado entre las costillas del can, que cayó abatido. Su dueño no llegó a incorporarse del todo, cuando pretendió girar para ver al niño se escuchó desde dentro de la casa el estampido de los dos tiros que salieron por el caño del 38 para incrustarse en el torso del ser humano.


Publicado en suplemento Quinto Día de El Telégrafo. Autor: Marco Rivero.

miércoles, 20 de diciembre de 2017

Safari en bazar Citrönella



El sobre violeta se arrastró debajo de la puerta. Sin remitente. Me impactó el penetrante aroma a lavandas recién cosechadas que inundó toda la habitación cuando lo abrí, despegando la solapa para preservar el fino papel. Dentro, en una hoja de vid con aspecto de haber sido cortada hacía no más de unos minutos, la invitación: “Bazar Citrönella presentará sus últimas tendencias el lunes 12 a la medianoche. Paseo de Las Flores del Mal 1243. RSVP.” Detrás solo agregaba un número telefónico para obtener más información.
Intuyendo que de allí podría salir una nota interesante decidí ponerme en contacto para saber más. Llamé a ese teléfono, me atendió una operadora que ofreció derivar mi llamada a la responsable, Alicia Copani.
El asunto del encuentro, según me indicó -reafirmando lo que decía la invitación- es que Bazar Citrönella ha recibido una amplia variedad de mercadería en sector decoración y llevará a cabo una presentación en sociedad de sus últimas novedades.
“Básicamente podés encontrar todo para decorar tu casa, tu hogar; tratamos de tener siempre las últimas tendencias, siempre estamos tratando de renovarnos, que el cliente encuentre la idea que tiene, por eso hay tanta variedad de mercadería, por eso siempre tratamos de no repetir, de traer opciones y siempre estar innovando”, me dijo.
“Hoy se usa todo, desde las líneas rectas, hasta lo antiguo, mezclado con lo moderno, como que no hay una tendencia definida totalmente, hay cosas muy lindas que se adquieren a muy buen precio. También tenemos una amplia variedad en cuando a financiación, contamos con todas las tarjetas de crédito y muchos planes en cuotas sin recargo y disponemos de un servicio de asesoramiento personalizado al cliente”.

La fecha de la gran muestra llegó. Había cinco cuadras de fila para entrar, no recordaba algo así desde la vez que estuvo en la ciudad el maestro Alejandro Molina con excelentísimo show de gorilas amaestrados y esclavas sexuales con katanas en el globo de la muerte.
Gracias a mi carné de prensa pude ir directamente a la puerta e incluso ingresar antes que la muchedumbre, con la excusa de poder ver el backstage de la muestra antes que se llenara de gente.
La ambientación era magnífica. Los colores en una paleta rojiza se combinaban con destellos amarillos, anaranjados y violetas y el olor a azufre casi mareaba.
— Quizás debieran encender el aire acondicionado— mencioné a uno de los funcionarios que me miró con cara de poco interés en mi recomendación. Cuando reparé en él pude ver el excelente maquillaje que llevaba, parecía que le hubieran arrancado toda la cara en un solo corte.
Entré por una puerta tan baja que tuve que agacharme, casi no llegué a leer el letrero que rezaba encima “Abandonad toda esperanza”. Del otro lado de la puerta todo era muy oscuro, y frío, tanto que el contraste con la sala anterior me provocó un chucho. Desdoblé el cuello del saco y abroché todos los botones. La única referencia que había en aquella oscuridad absoluta era el haz de luz blanca que se colaba por una rendija e impactaba directamente en mis ojos, tanto que en poco tiempo se volvió intensa, muy intensa y me encandilaba. En el aire no había olor a nada. La voz, tan grave como pocas veces escuché me habló directamente a mí.
— Acercate a la luz para conocer nuestras novedades—
Un poco de miedo sentí en aquel instante. Perdido por perdido caminé hace la luz blanca, en pocos metros ya no veía, no podía cerrar los ojos, la sequedad en los párpados era desesperante. Ya no tenía frío, tenía miedo, mucho miedo, sentía mi ojos rojos encendidos y la cabeza se me partía. — No puedo más, ¡no puedo seguir!—
La luz se apagó y comenzó a soplar una brisa verde, floral, los aromas a fruta trajeron consigo la humedad necesaria para que mis ojos empezaran a normalizar su función.
— Sáquese los zapatos— me susurró al oído la voz de una joven. Le hice caso y sentí en las plantas de mis pies el césped más suave que jamás hubiera imaginado, sus hebras eran tan frágiles que parecían algodón, que no tuviera nervaduras ni tallos. Cuando normalicé la visión a lo lejos se perdían en el horizonte las manadas de elefantes rosados, las jirafas enanas blancas se estiraban para tratar de alcanzar las hojas de un níspero y los tero teros rojos me miraban sin gritar, pero haciéndome sentir sospechoso de algo.
Sentí que algo se posaba sobre mi hombro y al volverme descubrí al alado unicornio azul. Allí estaba, el colmo de la elegancia, un animal tan puro que solo tomar de su sangre redime de sus pecados al más canalla.
— Súbase, la doncella lo espera— me dijo, y nos perdimos para siempre en aquella cabalgata eterna en busca del amor perfecto para nunca más volver.

sábado, 9 de diciembre de 2017

Desconexión imposible


Perder el celular es hoy asimilable a que te extirpen un órgano fundamental, con la diferencia que se puede solucionar simplemente concurriendo a la tienda oficial de alguna de las telefónicas a comprar otro. Pero durante el rato en que uno se percata del faltante del elemento en cuestión y lo que demora en hacerse de otro y volver a activarlo con todo lo que uno tenía adentro del primero, el ser humano puede llegar a sentirse en la más plena soledad, en la aislación total, una situación que -como nos enseñaron en la escuela (al menos a mí sí)- no es propia de la especie. Paradójicamente una persona puede estar en un país extranjero y sentirse cerca, o en la misma ciudad donde vive sintiéndose como si fuese el llanero solitario, en función de si lleva consigo o no el aparatito personal. Además, como todos sabemos, existe una serie de normas básicas que pautan el funcionamiento universal, que todos conocemos como Leyes de Murphy, y que nos predisponen a pensar que justo en esos tres cuartos de hora que demoremos en reactivar nuestro cerebro accesorio puede estar ocurriendo un ataque marciano, decretándose la reincorporación del país a las Provincias Unidas del Río de la Plata o divorciándose el presidente de la República, sin que uno se entere. También pueden ocurrir otras cosas trascendentes como un accidente doméstico, o que una prima saque el cinco de oro, por más que sea lunes y sean las 2 de la tarde.
Angélica decidió darle una vuelta al asunto. A partir de la pérdida del teléfono asumió que de ahora en más viviría sin celular, no sin Facebook, ni Twitter, pero sin la posibilidad de tenerlos a mano para estar pendientes de ellos constantemente, y si acaso se llegara a derribar el límite en el río Uruguay, nos invadieran Los Enanitos Verdes saltando la muralla y la primera familia de la patria se rompiera, bueno, ya se iría a enterar en su momento, porque igual las redes sociales no estás compuestas mayoritariamente por ese tipo de noticias sino que más bien uno termina enterándose de problemas familiares ajenos, de deudas impagas, de fugaces romances prohibidos y mordaces traiciones. En los planes todo estaría bien solo que un poco más lento y eso, para Angélica, no estaba nada mal.

Foto: Andrés Franco.
 La realidad, por su parte, se encarga de demostrar que hay cosas que llegaron para quedarse, y así como una vez los eslabones perdidos de Darwin entendieron que la vida en comunidad traía más beneficios que pérdidas de intimidad, le tocaría a Angélica descubrir que la sociedad no te permite desconectarte y pretender seguir conectado. No hay término medio, o conmigo o sin mí y mis pedidos de que me cuentes qué tal resultó tu experiencia en la bizcochería, así le avisamos a otros usuarios.
Ya el primer golpe fue devastador, directo al corazón familiar. Las maestras de los nenes organizan la vida escolar por grupos de Whatsapp. El día del golero te vas a desconectar…
Pese a ello y muy a pesar del resto de las mamás y papás, que no tenían las mismas reservas respecto a la invasión tecnológica y que la escuchaban como si estuviese hablando de palomas mensajeras, nuestra heroína logró transar con la maestra que los mismos comunicados los enviara por correo electrónico, que la docente podía despachar desde el mismo aparato mediante una simple acción de copiar/pegar. La educadora sistemáticamente se olvidó de hacerlo y Angélica cedió terreno, volvió a tomar el celular, pero solamente a efectos de mantenerse al tanto del devenir de la vida escolar de sus retoños de las nuevas rifas de la Comisión Fomento.
Por esa puerta abierta volvieron a pasar Facebook, Twitter, Instagram, Messenger, Pedidos Ya, el navegador de internet y todo volvió a la normalidad, por lo menos hasta que lleguen las vacaciones.

Muros en avenidas internacionales blindarán la frontera entre Brasil y Uruguay para evitar migración “vermelha” desde Cuba y Venezuela

BOLSONARO FIRMARÍA DECRETO POCO DESPUÉS DE ASUMIR Muros en avenidas internacionales blindarán la frontera entre  Brasil  y  Uruguay pa...