Sábado 7 de mayo de
2016, 14:35, más o menos, el subte nos dejó en plaza Italia, apenas
cruzar dos cebras y estaríamos (en teoría) en la puerta de entrada
al predio de la Rural de Palermo, recinto que alojaba en esos
momentos la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires.
Ya en el vagón al
que nos tocó subir la sensación era de muchedumbre en puertas,
situación que se confirmó plenamente apenas asomamos la vista a
nivel del piso en la boca de salida del túnel.
Muy difícil
establecer una estimación con cierta precisión, pero de seguro allí
enfrente no había menos de 50.000 personas en un entramado de colas
que iban y venían, de gente con entrada y sin entrada que no sabían
muy bien ni siquiera hacia cual de los accesos iba la fila en la que
se ubicaron.
Locura de gente para entrar a la feria del libro (a ver a Germán) |
Optamos por lo que
nos pareció más racional en ese momento y desistimos de permanecer
en esa vorágine, no sin antes corroborar que estuvimos parados más
de 40 minutos en una fila equivocada que apenas avanzó 15 metros de
los más de 200 que nos separaban del más cercano de los posibles
destinos.
Cruzamos de nuevo y
conocimos la "Feria del libro usado" de Plaza Italia, un lugar donde
potencialmente -y con paciencia- se puede encontrar casi cualquier
ejemplar de un libro que se haya editado en Argentina en los
últimos... en muchos años.
Aprovechamos a
conocer un poco más de la capital argentina con la promesa de volver
a intentarlo al día siguiente.
La situación
resultó un tanto desconcertante porque teóricamente en el momento
en que peor estamos como comunidad que un evento esencialmente
cultural provoque tal aglomeración no era sino una señal que podía
interpretarse como positiva.
No me enteré de a
qué habíamos asistido (o no asistido) hasta que volvimos a la estación de subte y
recuperé la conexión wifi que generosamente (léase gratis) ofrecen
a los usuarios del servicio de transporte. Ahí me enteré de todo y
un bastante de aquella ilusión se me murió. El motivo de aquella
locura era que iba a estar en la feria Germán Garmendia firmando su
primer libro. “¿Quién?”, se preguntará el lector (o quizás
no, pero haga de cuenta que sí, porque sino se pierde el efecto,
vio...), pues se trata de un “youtuber”, sustantivo que proviene
de Youtube, la plataforma/red social en la que se comparten videos.
A Garmendia lo
conocí hace ya unos cuantos años, (a través de la computadora, no
en persona, por cierto) por intermedio de Lucía, que no paraba de
ver uno tras otros sus videos en la ceibalita que generosamente (la misma idea de antes) le
proporcionó el Estado.
En una feria por la
que desfilaron varios pesos pesados de la cultura de Argentina y alrededores
la sensación fue un chileno que se graba a sí mismo haciendo
bobadas -muchas muy graciosas si, lo reconozco- con una camarita.
Al otro día, sin
Germán, la cosa fue algo más leve aunque igual hubo que hacer fila
para entrar. Lo curioso es que atrás nuestro estaba una familia que
estuvo tres horas (como nosotros) esperando a que abrieran las
boleterías pensando que ese era el día que estaba Germán... el
remate queda a cargo de cada lector.
Pepe Sánchez is back... Yeahhh! |
El asunto es que
entramos, recorrimos como locos, tantos libros como nadie que dedique
la plenitud de su tiempo a exclusivamente leer podría llegar a ser
capaz de consumir, sinceramente no creo que en algún momento
anterior se haya publicado tanto como ahora.
En cierta forma eso
me levantó un poco de nuevo el ánimo, eso, la reedición de Pepe sánchez y especialmente el que
Lucía no me haya pedido para entrar a tratar de conocer a Germán.
¡Chupa el perro, ueón!
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